En medio de esperanzas y preocupaciones, Sudán del Sur se tambalea en el campo minado de la política mientras busca mantener en pie el frágil acuerdo de paz de 2018. Pero, ¿qué nuevas tensiones complican este delicado proceso en Kenia? Te invitamos a seguir leyendo y descubrir por qué cada paso en falso podría hacer tambalear un destino ya de por sí incierto.
El panorama político en Sudán del Sur pende de un hilo, inmerso en la controversia de unas negociaciones de paz en Kenia que tienen más de un tropiezo. El mismísimo vicepresidente de Sudán del Sur, Riek Machar, ha enviado una carta al mediador del diálogo que tiene a más de uno con los pelos de punta, advirtiendo que el nuevo acuerdo propuesto podría tirar por la borda los esfuerzos de paz que se habían alcanzado hasta ahora. Según Machar, lo fundamental es que las charlas actuales no supongan un borrón y cuenta nueva, sino que vayan de la mano con lo que ya se había firmado en 2018.
Resulta imposible ignorar la importancia de este pacto, que pretendía cerrar la herida sangrante de una guerra civil que se ha llevado la vida de cerca de 400.000 personas. Machar, en su papel de rehabilitado líder rebelde y actual número dos del gobierno, insiste en que las instituciones nacidas del acuerdo del 2018 son sagradas y no deberían ser remplazadas por ideas alternativas. Es curioso mencionar que su grupo ni siquiera forma parte de las negociaciones de Kenia, donde se están mezclando cartas con grupos que quedaron fuera del trato de 2018.
La violencia no da tregua en Sudán del Sur
Ni con las tintas del acuerdo de paz secas, Sudán del Sur ha conseguido alejarse de los atropellos de la violencia. Dicen por ahí que gran parte de esta calamidad viene por los roces entre distintos grupos rebeldes y las peleas entre etnias, un recordatorio de que la estabilidad en estas tierras es como un castillo de naipes. El grupo que vigila el cumplimiento de lo acordado en 2018 no da crédito a lo lento que avanza todo para la realización de elecciones, que deberían estar llamando a la puerta en diciembre.
Mientras tanto, los que se quedaron con las ganas de firmar el acuerdo de 2018 no pierden tiempo y han puesto sus sillas en la mesa de Kenia desde el 9 de mayo, con el noble fin de que más voces sean escuchadas en las venideras elecciones, añadiendo así un poco más de estabilidad al panorama político. Fuentes sugieren que dicen haber encontrado una fórmula para eternizar el periodo de transición y así tener más margen para preparar este evento democrático.
Avances hacia la paz en Kenia: ¿serán suficientes?
El presidente de Sudán del Sur, Salva Kiir, ya tiene sobre su mesa un informe que habla del desenlace de las charlas en Kenia. Cuentan que los que están allí reunidos podrían estar a un paso de un entendimiento, palabras que han salido de boca del mismo portavoz del gobierno. Pero bueno, entre lo que uno dice y la realidad, pueden haber mundos de distancia, especialmente teniendo en cuenta lo enrevesado y volátil que está el ambiente por aquellos lares.
La situación de Sudán del Sur es como un rompecabezas donde la pieza de la paz sigue sin encajar del todo. Es vital que quien tenga algo que decir en este juego mantenga el espíritu de un diálogo sincero y, sobre todo, que busquen lo mejor para la gente a pie de calle que tanto ha sufrido ya.
Con un poco de suerte, los que tienen el poder de decidir encontrarán un camino que honre lo acordado en 2018 y que, a su vez, tenga en cuenta a los recién llegados a la mesa de diálogo. Porque si en Sudán del Sur se respira paz, va a ser algo bueno no sólo para ellos, sino para sus vecinos y toda la comunidad internacional.
Y para terminar, te lanzo la pregunta: ¿Cómo crees que se podrían incentivar la charla y la reconciliación en líos del calibre de Sudán del Sur? ¿Qué rol piensas que juegan los países vecinos en la búsqueda de esta paz tan esquiva? Anímate y comparte tu punto de vista, nos gustaría escuchar lo que opinas.
"La paz no es solo la ausencia de guerra, sino una virtud que surge de la fuerza del alma", escribió Baruch Spinoza, y esta máxima parece resonar con fuerza en el tortuoso camino de Sudán del Sur hacia la estabilidad. La objeción del vicepresidente Riek Machar a las negociaciones de paz en Kenia no es solo una cuestión de protocolo, sino un grito por la integridad de un proceso que debe ser inclusivo y respetuoso del sufrimiento vivido por su pueblo. Las instituciones creadas bajo el acuerdo de 2018 no son simples entidades burocráticas, sino pilares de esperanza para un país desgarrado por la guerra. Si bien la inclusión de nuevos actores es fundamental para una paz duradera, no debe socavar los esfuerzos ya realizados. La lenta implementación de tareas electorales es una preocupación válida, pero la solución no reside en la creación de estructuras paralelas que podrían desviar el curso ya establecido. Sudán del Sur necesita un consenso que fortalezca, y no que diluya, la promesa de un futuro pacífico. El desafío es monumental, pero la historia nos enseña que la verdadera paz se construye sobre la firmeza de los acuerdos y la unidad de propósito.