El delicado terreno de la ayuda en medio del conflicto israelí-palestino
El delicado balance entre la seguridad y la asistencia en medio del conflicto israelí-palestino ha resurgido en las noticias. La agencia de la ONU para refugiados palestinos, UNRWA, ha sido acusada por algunos ciudadanos israelíes víctimas de atentados de Hamás. Están señalando que la organización pudiera estar financiando, aunque sea de manera indirecta, a Hamás; acusaciones que UNRWA niega con firmeza.
Al centro de este embrollo legal está la forma como UNRWA paga a sus trabajadores, en dólares estadounidenses, lo cual algunos alegan que podrían beneficiar a Hamás a través de los cambios de moneda en Gaza. Pero UNRWA se defiende diciendo que es decisión de sus empleados en qué moneda prefieren su salario y recalca la falta de una moneda nacional en los territorios palestinos.
La controversia se hace más grande cuando en un tribunal de Nueva York se recibe una demanda que sugiere que UNRWA pudo haber asistido a Hamás en logística. Los quejosos afirman que el manejo de dinero por parte de la agencia hubiera podido ayudar a Hamás en sus atentados, como el del 7 de octubre.
Es cierto, estas alegaciones podrían ser graves si se comprueban, pero todavía es pronto y hay que manejar la situación con mucho cuidado, considerando que son acusaciones en proceso de ser probadas.
UNRWA, tras más de 70 años en la región proporcionando servicios a los palestinos, ha pasado ya por acusaciones parecidas y está acostumbrada a una supervisión intensa, más aún con la guerra en Gaza que lleva ya ocho meses. Philippe Lazzarini, jefe de la agencia, mencionó no saber mucho de la demanda pero sí lo vio como una presión más hacia UNRWA.
Desde UNRWA se rechaza cualquier idea de apoyo a Hamás o grupos similares. Se resalta siempre su labor humanitaria y en cómo están comprometidos en ayudar a quien más lo necesita. Todo ojo está puesto en este caso y es esencial comprobar de dónde vienen las acusaciones antes de decidir nada definitivo.
Es complicado: por un lado están quienes han sufrido por el conflicto y que obviamente quieren justicia y maneras de parar el dolor vivido; y por otro lado está el papel inmenso que hacen organizaciones de ayuda, como UNRWA, en dar lo básico a los más afectados por el conflicto.
Es indispensable que la acción de estas agencias sea transparente para asegurar que la ayuda llegue a sus verdaderos destinatarios y no vaya a otros lugares. Pero esa necesidad de revisión tiene que tener cuidado de no cortar la asistencia esencial para la vida de mucho.
El reto está para todos: cómo asegurar que la ayuda es segura y llega a quien tiene que llegar, sin comprometer la integridad de las organizaciones que la dan, en un sitio donde políticas y enfrentamientos hacen todo más confuso.
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"La guerra es el arte de destruir hombres, la política es el arte de engañarlos", decía Jean le Rond d'Alembert, y la complejidad de este entramado entre la UNRWA, Hamás y las víctimas israelíes de un ataque terrorista parece un eco de estas palabras. La demanda contra la agencia de la ONU revela una realidad dolorosa: en conflictos como el de Gaza, las líneas entre ayuda humanitaria y financiación involuntaria de actividades militares se difuminan peligrosamente. ¿Cómo puede una agencia internacional garantizar que su ayuda a la población no se convierta en el arma de su enemigo? La UNRWA se encuentra en una encrucijada ética y operativa, donde cada decisión es escrutada bajo la lupa del conflicto. Es una llamada de atención para repensar los mecanismos de ayuda en zonas de guerra, con el fin de proteger a los inocentes sin alimentar, aunque sea indirectamente, la maquinaria de violencia. La búsqueda de un equilibrio entre asistencia y seguridad sigue siendo un desafío que la comunidad internacional no puede eludir.